sábado, 4 de abril de 2009

EL TERREMOTO DE 1884


Eran las fiestas de Navidad del año 1884. El día 25 de Diciembre, cuando faltaban diez minutos para las nueve de la noche, el suelo explotó en Periana y los perianenses, desquiciados por el impresionante estruendo y por el enorme temblor de tierra, se tiraron a la calle y andaban sonámbulos de un lado para otro sin atinar en donde refugiarse, esquivando ser tragados por las grietas que se abrían en las calles y eludiendo ser enterrados vivos por los muros de las casas que se desplomaban.
La hora indicada es la dada por algunos autores. No obstante, un equipo de geógrafos dice:

Uno de los grandes sismos que asolaron España en el pasado fue el llamado “Terremoto de Andalucía”, ocurrido aproximadamente a las 21:08 horas, referidas al meridiano de Greenwich, del día 25 de diciembre de 1884.

El terremoto tuvo dos réplicas en las horas siguientes; lo que terminó de enloquecer a aquella pobre gente. Corrían, corrían y no sabían a donde. Tanto corrían que muchos llegaron corriendo a Riogordo y a Colmenar. Esto es lo que dice el señor alcalde de la villa, Don José Zorrilla Toledo, en el informe que envía al Excmo. Sr. Gobernador Civil de Málaga.

"... la mayor parte de estos vecinos habían abandonado sus domicilios, refugiándose en los inmediatos pueblos de Colmenar y Riogordo".

No pudieron huir a los pueblos limítrofes de Alfarnate y Zafarraya porque los caminos que unían éstos con Periana habían quedado cortados. La parte de la sierra fue una de las más afectadas a causa de los grandes hundimientos y desprendimientos de tierra y rocas. Sobresalen los ocurridos en las sierras de Enmedio y de Marchamona, junto con el cerro del Encinar. En un estudio del Instituto Geográfico Nacional se dice:

"Cabe destacar el hundimiento de más de dos metros de profundidad que afectó a una franja de casi cuatro kilómetros de longitud por 10 a 35 metros de anchura y que discurría desde el puerto del Sol hasta una zona situada un kilómetro al norte del cortijo de El Batán, pasando por los cortijos de Guaro, Zapata, El Batán y La Cueva. Este hundimiento provocó la destrucción completa de la aldea de Guaro y la aparición en el cortijo de El Batán de una grieta de más de metro y medio de anchura; en cambio, el cortijo de Zapata permaneció intacto, pese a su proximidad al hundimiento".

Para hacernos una idea de lo que fue el terremoto en esta zona de Periana copiamos de un suplemento del diario Sur publicado en el centenario de los hechos:

"El cortijo de Guaro, situado entre el Boquete de Zafarraya y Periana, quedó sepultado, intacto, varios metros. A las personas que lo habitaban les dio tiempo de salir y ponerse a salvo. Al ser excavado el terreno, pudo comprobarse que la cortijada había quedado íntegra, sólo que unos metros más abajo de su emplazamiento".

Por el contrario, la fuente y una era, donde las mozas y mozos de Guaro bailaban los típicos verdiales navideños, fueron tragadas por la tierra y se convirtieron en una laguna de 1.800 metros cuadrados. Sólo bastaron unos segundos para que la paz y la dicha de un pueblo que disfrutaba de sus fiestas de Navidad se convirtieran en tragedia y desolación. Con la era no sólo desaparecieron los vestigios de la antigua alquería mora de Guaro, sino, lo que es más triste, murieron siete de sus habitantes.
Otras veces estos movimientos produjeron enormes grietas en el terreno, como la de Marchamona o la que salía de las afueras del casco urbano y terminaba en lo alto del Puerto del Sol, en el límite con Alfarnate.
También fueron numerosos los arrastres de tierras, arrastres que trasladaron los árboles de algunas fincas a las de los vecinos.
Al día siguiente, ya con la claridad del amanecer, pudieron empezar a hacer recuento de los destrozos que se habían producido. El resultado no pudo ser más desalentador: contaron cuarenta muertos y dieciocho heridos graves y trescientas siete casas hundidas, según el informe del gobernador civil; el informe del ingeniero D. Domingo de Orueta, que acompañó al Rey en su visita a Periana, fue mucho más aterrador: eleva los muertos a cincuenta y ocho y los heridos a ciento sesenta y tres. Esta diferencia de cifras tiene una explicación bien sencilla: el informe del gobernador se confeccionó en los primeros días, el del Sr. Orueta se hizo tres semanas después de ocurrido el terremoto y, por tanto, con más tiempo, no sólo para perfeccionar el recuento, sino también para que bastantes de los heridos pasasen a engrosar la lista de los fallecidos. Pasados los días supieron los perianenses que habían logrado el palmarés de la desgracia en la provincia de Málaga. En los otros pueblos malagueños de la comarca que tuvieron muertos -Vélez, Alcaucín y Canillas de Aceituno - pudieron anotarlos con un número de un solo dígito. En un censo de 4.060 habitantes, que son los que tenia Periana aquel año, cincuenta y ocho muertos son muchos muertos; no quedaría familia sin tener a quien llorar.
A la pena de verse sin los suyos hay que añadir la ruina económica de encontrarse de la noche a la mañana sin casa donde refugiarse: de las 506 viviendas que formaban el núcleo urbano de la villa y de las 191 diseminadas por sus campos fueron destruidas totalmente, según el informe ya citado, 158 y sufrieron graves daños otras 146. Es decir, casi la mitad del pueblo quedó inhabitable. También fueron convertidos en escombros la iglesia, el ayuntamiento y el cuartel de la guardia civil, edificios que se encontraban en la plaza de la Constitución.
En toda la zona de influencia del sismo se produjeron unas 800 víctimas mortales y 1.500 heridos. Las casas destruidas fueron 4.400 y las dañadas unas 13.000.
La falta de ayuda inmediata, debida principalmente a la carencia de vías de comunicación, provocó la muerte evitable de muchas personas, que tuvieron que hacer frente a todo sin vivienda, sin ropa, sin comida y sin medicinas. Lo único que contuvo la escalada de muertes fue la entrega generosa de los pocos que quedaron indemnes y de los pueblos vecinos, que acogieron a familiares y conocidos.
La autoridades municipales de Periana parece que habían quedado zombis: hasta el día 28 no empezaron a reaccionar. Este día el Ayuntamiento celebró un pleno en el que se acordó

"la conveniencia de que se nombrara una comisión de la corporación que pasase a la capital y exponer verbalmente al Gobierno la aflictiva situación de estos vecinos, con el fin de que implorasen del Gobierno remitiese algunos auxilios para atender siquiera a las primeras necesidades, así como proveyese de albergue a muchos que carecen de él, pasando la vida a la intemperie y sufriendo las inclemencias del tiempo".

Cuando hablamos de pasar la vida a la intemperie hablamos de finales del mes de Diciembre y de un pueblo donde, a continuación del terremoto, se produjo la nevada mayor conocida en la historia de aquella zona.
No sólo la gente pobre carecía de lugar donde refugiarse; tampoco lo tenían los insignes miembros de la corporación municipal. En el acta de cabildo del día 28 se lee:

"..... reunidos los Sres. del Ayuntamiento de la misma que se anotan al margen, en sesión ordinaria y en el sitio de la plaza, por no poder celebrar sesión en la casa capitular por hallarse derrumbadas en parte y en estado ruinoso las demás habitaciones que la componen"

Hasta el día 29 de diciembre no se tuvo noticias de la catástrofe a nivel nacional. Fue Don Luís Seco de Lucena, director del periódico granadino El Defensor de Granada el que se dirigió a la nación, informándole de la desgracia y solicitando ayuda con la mayor urgencia. En Madrid no se lo creen; interpretan el clamor desesperado del vocero de los pueblos granadinos y malagueños como una exageración andaluza. Hasta el día 8, en que los corresponsales de distintos medios nacionales confirmaban las noticias de su colega de Granada, no empezaron a tener conciencia clara de lo ocurrido.
La reacción de las autoridades locales a que hemos aludido no debió ser muy grande, porque de otra forma no se explica que en el siguiente pleno del Ayuntamiento, que se celebró el día 4 de Enero, también en la plaza, a la intemperie, no se tratase más asunto que el siguiente:

"El Sr. Presidente dio cuenta a la corporación de que por el guarda de campo José Aranda García le había sido presentada la dimisión de dicho destino ... y el Sr. Presidente dio por terminada la sesión, firmando los Sres. que saben de los concurrentes".

Como curiosidad diremos que firmó el señor alcalde y siete concejales de los ocho que asistieron; no supo firmar el edil Don José Molina.
El día 11 de Enero el Gobernador Civil de la provincia responde a la comisión municipal que le visitó enviando un delegado, Don Francisco de Palma Romero,

"para instruir expediente sumarísimo en que se haga constar todos los daños sufridos a consecuencia de los recientes terremotos".

Seis días después, el 17, el alcalde ordena se publique "la noticia de que en el dia de mañana, y a las diez de ella, vendrá S. M. el Rey a visitar este pueblo". Alfonso XII, a pesar de que ya tenía en estado avanzado la enfermedad que le llevó a la muerte, decidió compartir la desgracia con los granadinos y malagueños. Quizás esta valiente decisión adelantó el final de su vida: fue un viaje muy duro, con unas condiciones climatológicas extremas y con unos caminos que muchas veces hasta le impedían el uso de cualquier clase de vehículo.
Vamos a detenernos un poco recordando algunos hechos y anécdotas de esta visita. Para ello tomamos los datos facilitados por un testigo presencial, por un miembro de la comitiva real. Se trata de D. Narciso Díaz de Escobar, que acompañaba al rey en su función de corresponsal del Diario Mercantil. Hay en su archivo un manuscrito de doce cuartillas, que parecen el borrador de un artículo periodístico, en el que nos detalla pormenorizadamente lo más destacado de aquel viaje. Lo titula “El Rey Alfonso XII en Periana”. Dedica su trabajo a D. Enrique Casamayor, pero parece ser que cambió de opinión; tacha este nombre y escribe el de D. José María Villasclaras. Nos dice que

"... el 16 de Enero llegó a Málaga, donde sólo permaneció un día, pasando después a Torre del Mar. En el Ingenio de los Sres. Larios prepararon éstos, con esplendor notable, pabellón para S. M., los Ministros y demás personas que acompañaban al Rey".

Relaciona a continuación las principales personalidades del séquito y los corresponsales de prensa que cubrían el viaje. Son los siguientes:

Personalidades: El Conde de Sepúlveda, el Ministro de la Guerra General Quesada, el de la Gobernación Sr. Romero Robledo, el Dr. D. Laureano García Camisón, médico de D. Alfonso, el General Blanco, el Brigadier Correa, el Diputado a Cortes Sr. Alarcón Luján, el Senador Marqués de Iznate, el Gobernador Civil D. Salvador Solier, los Diputados Provinciales Sres. Sell y Guzmán, Mérida Díaz, Guerrero Pérez y López Palacios, el Jefe de la Guardia Civil de la Provincia, los Ingenieros Sres. Vasconi y Pérez, el Oficial 1º del Gobierno D. Eugenio Carreras y los Sres. D. Tomás Heredia, D. Juan Blasco, el sabio D. Domingo Orueta y el pintor eminente Moreno Carbonero.

Periodistas: Mr. Thompson, del The Times; Mr. Gautier, de La France; Mr. Vidal, de Gil Blas; Vizconde de Cleverie, de Le Figaro; el simpático Quijana, de El Imparcial; Romero Molina, de La Correspondencia de España; Cárdenas, de La Época; Miralles, de El Correo; el dibujante Camilo, de La Ilustración Española y Americana; Díaz de Escobar (J), de La Gaceta Universal; Eloy Rojas Relosillas, de El Correo de Andalucía; el joven Cobos, de La Lealtad de Granada y Narciso Díaz de Escobar, de Diario Mercantil.
El día 18, a las cinco de la mañana, cuando aún no habían descansado del duro viaje del día anterior, las cornetas de la Guardia Civil tocan a diana. Después de un chocolate caliente servido en el comedor y de una misa de campaña celebrada por el párroco de Torre del Mar, Don Enrique Gutiérrez, a las claras del día, la comitiva emprende la marcha por la carretera de Torre del Mar a Vélez-Málaga. El rey se había acomodado en el landó del marqués de Iznate, acompañado por los señores Quesada, Romero Robledo y Dr. Camisón; en el asiento del pescante iba el Sr. Viana-Cárdenas. Los demás miembros de la comitiva se repartieron entre los carruajes, ómnibus y familiares, puestos a su disposición.
Al llegar a Vélez ya recibieron el primer impacto desagradable de los desastres del terremoto:

El Paseo Viejo presentaba doloroso aspecto. Los vecinos de Vélez, centenares de personas, se confundían bajo una especial barraca mal concluida y cubierta por lienzos. Hasta un convento de monjas se había trasladado allí, con su abadesa y todo.
En algunas barracas había hosterías, tiendas de ultramarinos, panaderías y hasta una taberna, situada frente a ruinas de casas destruidas por el terremoto, la cual ostentaba sobre su puerta un letrero que decía Bellavista. ¡Terrible sarcasmo ante aquel cuadro de desolación!.

Pasan Vélez y llegan al bar Rubite, término de la primera etapa. Suponemos que el nombre de esta venta se debe al hecho de encontrarse junto al puente del río Rubite. La segunda etapa ha de hacerse por malos caminos y a caballo.

Don Alfonso montó un animal de hermosa estampa, propio, si mal no recordamos, del Diputado por Archidona D. Miguel Sánchez-Lafuente. Había algunos otros caballos de particulares y el resto pertenecía al cuerpo de carabineros.

Al poco de salir empezaron los incidentes: “El anciano Conde de Sepúlveda fue arrojado por el caballo”. La misma suerte corrieron el ingeniero francés Vizconde de Cleverie y el periodista Romero Molina. Éstos se quedaron sin conocer Periana: volvieron al campamento acompñados por el Gobernador Civil.
Hacia el mediodía llegan a Periana. Cedemos la palabra al Sr. Díaz de Escobar para que nos describa de primera mano la situación de la Puebla a los veinticuatro días del terremoto:

"... un cuarto de hora después entrábamos en sus calles, que eran calles de ruinas. Aquellos harapientos vecinos mezclaban a sus aclamaciones el lamento y la petición. Vivían a la intemperie, sin socorro alguno. La iglesia estaba destruida y su campanario en el suelo. De algunas fincas no quedaba en pie ni una sola pared. Los muertos habían sido muchos y sus deudos, llorando amargamente, se arrodillaban ante D. Alfonso, que los atendía con cariño, socorriéndolos con esplendidez.
En improvisado hospital existían cuarenta y dos enfermos graves, pues los menos graves no habían podido tener ingreso. El Rey mandó se trasladaran aquella tarde a la tienda levantada por la Diputación Provincial para verificar el almuerzo.
Don Alfonso habló, uno por uno, con todos los heridos y les iba entregando 75 pesetas. Además llamó al cura y al alcalde y les entregó importantes donativos.
Una mujer refirió al Rey los esfuerzos y heroicidades que en la fatal noche del 25 de Diciembre realizó el alférez de la Guardia Civil D. Manuel Martínez Reina. Le invitó el Rey a que se acercara y, al felicitarle, le otorgó el empleo de teniente de ejército. Este modesto oficial se expresó quitando mérito a sus actos y elogiando al capitán D. Eduardo Marín y a los guardias a sus órdenes. Los vecinos que le oyeron repitieron que el capitán y todos los guardias se portaron admirablemente, pero que el verdadero héroe fue el alférez Martínez Reina.
Entró el Rey a la tienda destinada al almuerzo, probó algunos manjares y, cuando aún varias de las personas de la comitiva no habían llegado a sentarse, el Monarca reparó en los grupos de mujeres y niños que con cara de hambre se acercaban a las verjas azules y blancas de la tienda, envidiando a los que iban a almorzar, con ojos llenos de codicia. D. Alfonso se puso en pie [falta una línea en el manuscrito] con acento, al parecer conmovido, exclamó:
“No es justo, señores, que nosotros almorcemos tan opíparamente mientras algunos de esos infelices acaso no tengan pan que llevarse a la boca”.
Y, sin vacilaciones, dio orden para que todo el almuerzo se distribuyera a los pobres. ¡Cuántos vivas, cuánta alegría, cuántas bendiciones respondieron a este acto generoso!
La mayor parte de los expedicionarios se quedaron con un hambre terrible, pero todos, absolutamente todos, elogiaron el rasgo de caridad del Monarca.
El regreso no ofreció accidente alguno. Al llegar a el campamento varias personas esperaban al Rey para hacerle peticiones. Todos fueron atendidos.
Entre ellas llamaba la atención una hermosa joven con hábito de carmelita. Contó al Rey que años pasados iba a profesar en el convento del Carmen de Vélez, teniendo por dote una viña, pero la filoxera le destruyó ésta por completo. Entonces una persona le cedió una casa para que sobre ella radicase el expresado dote, mas la triste noche de Navidad la casa se trocó en montón de ruinas. La joven, que no tenía familia alguna, lloraba desconsoladamente y el Rey la consoló ofreciéndole auxilios para levantar la finca destruida".

Así termina el escrito de Don Narciso. Creemos que es suficiente para conocer la visita del rey a Periana y hacernos una idea más acertada de las consecuencias de aquel inolvidable terremoto.
El viaje del rey a los pueblos afectados mereció del corresponsal del diario The Times el siguiente colofón a su crónica:

"Ningún espléndido festival habría impresionado tan profundamente el corazón del pueblo como la voluntaria asociación del monarca a sus tribulaciones. Su nombre ha sido consagrado en el devastado cuadrilátero de Granada, Málaga, Antequera y Motril"

Ni siquiera esta visita sirvió de acicate para despertar a las autoridades municipales. Veamos el comentario que mereció en el pleno celebrado aquel mismo día, dos horas después de la marcha de Alfonso XII:

"El Sr. Presidente hizo presente la inmensa satisfacción que había tenido del recibimiento que por la corporación y todo el vecindario se había hecho a S. M. el Rey en su visita a este pueblo, quedando todos los habitantes muy complacidos de los favores que el Monarca ha dispensado a este afligido pueblo. Acto seguido el Sr. Presidente dio cuenta a la corporación de una instancia presentada por los rematantes del arbitrio municipal de pesas y medidas".

La visita del rey mereció siete líneas del acta de la sesión; la solicitud de Bernardo Morales García y Eusebio Larrubia Raya, sesenta.
Llevamos casi un mes y las autoridades del pueblo no responden a tanta desgracia. Parece como si, a consecuencia de la misma, hubiesen perdido el sentido de la realidad. Veamos otra muestra: el pleno siguiente del Ayuntamiento se celebró el día 25 de Enero. El único asunto a tratar que tenían fue la dimisión del escribiente temporero Don José Portillo Cruz y la designación de un sustituto. Se nombra,

"con el mismo carácter del que ha cesado en este día, a Don Salvador Mata Téllez, quien reúne las condiciones de idoneidad que dicho destino requiere, con el sueldo diario de dos pesetas cincuenta céntimos".

Aunque las autoridades municipales de Periana no reaccionan debidamente ante la catástrofe, no por eso dejan de ser seres vivos y sentir frío en los plenos celebrados en la plaza. Por eso, el alcalde, D. José Zorrilla Toledo, el día 1 de Febrero, propone a sus concejales solucionar el problema de la manera siguiente:

"En la villa de Periana, a primero de Febrero de mil ochocientos ochenta y cinco, reunidos en la Plaza de la Constitución los Sres. del Ayuntamiento cuyos nombres figuran al margen, en sesión ordinaria, bajo la presidencia del Sr. Alcalde D. José Zorrilla Toledo, el que declaró abierta la sesión, dando principio con lectura del acta anterior, la que quedó aprobada. El Sr. Presidente expresó a la corporación la imperiosa necesidad de que se hiciese un barracón de madera con destino a Salón Capitular y Secretaría de este Ayuntamiento, con condiciones de capacidad y buena construcción, para colocar en él la oficina y el archivo municipal, que se encuentra en muy mal estado por haber tenido que sacar de entre los escombros muchos de los documentos que lo constituían. El Concejal D. Rafael Núñez Barroso hizo presente que, teniendo un corral en su misma casa de bastante extensión, lo ponía a disposición de la corporación para que, si acordaba construir el barracón, que él consideraba muy necesario, lo utilizase con dicho fin, hasta tanto se pudiese reconstruir la casa capitular. Informados los Sres. concurrentes y vista la imperiosa necesidad de lo expuesto por el Sr. Presidente, acordaron por unanimidad de votos aprobar el pensamiento y que, sin dejar transcurrir más tiempo, se proceda sin dilación a la construcción del referido barracón".

Vamos a confeccionar un pequeño índice con los asuntos tratados en las sesiones de la corporación municipal hasta la finalización de primer trimestre. Al terminar de leerlo sólo podremos sacar una conclusión: el alcalde y concejales de Periana en estas fechas o eran unos incompetentes o eran unos indeseables.
Sesión del día 8 de febrero.- El asunto único del día fue la solicitud y concesión de un permiso al secretario “con el propósito de transportar a su familia a Extremadura, por carecer de habitación en este pueblo”.
Sesión del día 15 de febrero.- Asunto único también: ”El Sr. Presidente manifestó a la corporación el abandono en que se encontraban los campos por no poder atender a la guardería rural los dos guardas que están nombrados”.
Sesión del día 22 de febrero.- Asunto único: “acto seguido el Sr. Presidente dio cuenta a la corporación que el Secretario D. Emilio de San Martín había vuelto de su viaje”.
Sesión del día 1 de marzo.- Continúan los asuntos únicos: “el Sr. cura Párroco de esta villa había acudido a la Alcaldía con el propósito de que se le facilitara un local a propósito para poder celebrar misa y tener conservadas las efigies, que aún se encuentran en varias casas particulares, por haberse derrumbado la única iglesia que existe en este pueblo”.
Sesión del día 8 de marzo.- En este día ya se trató algo relacionado con la desgracia que sufría el pueblo, pero no fue por iniciativa de los representantes de los vecinos de Periana; fue la lectura de una orden del Gobernador Civil en la que les da un plazo de diez día para que le remitan un informe detallado “de los perjuicios que los vecinos de ésta han sufrido por consecuencia de los terremotos”.
Sesión del día 22 de marzo.- Por lo visto, el secretario no se encuentra a gusto sin su familia y solicita un mes de permiso “para trasladarse a Extremadura a restablecerse de su quebrantada salud”.
Sesión del día 29 de marzo.- También para comunicar una orden superior; esta vez una circular del Boletín Oficial nº 42 “por la que se ordena la renovación total de la Junta Pericial para el Reparto de la Contribución Territorial”, cosa que se contradice con los beneficios fiscales concedidos por el Gobierno y que más adelante comentaremos.
Éstos fueron los resultados:

Peritos que cesan: Manuel Martín Larrubia, Manuel Porras Arrebola, Francisco Nacle Muñoz, Manuel Carrera Caro, Manuel Barroso Frías, José Silva Gutiérrez, Miguel Díaz Morales, Juan Bolaños Moreno y José Zorrilla Cañizares.

Peritos elegidos por el Ayuntamiento, indicando la contribución en pesetas que paga cada uno:
Manuel Núñez García (783), José Jiménez Ocón (286), José Rodríguez Reina (175), Antonio Godoy Mayorga (131) y Salvador Frías Fernández (98).

Propuestas en ternas para la Admón.:
Terna 1ª.- Celedonio Alba Pascual (478), Diego Chica Fernández (466) y Diego Jaime Moreno (270).
Terna 2ª.- José Zorrilla Núñez (123), Salvador Lagos Zapata (124) y Antonio Muñoz Frías (123).
Terna 3ª.- Antonio Zorrilla Toledo (105), José Mostazo Chica (117) y Antonio Báez Morales (70).
Terna 4ª.- Julián Jaime Moreno (69), Eduardo Frías Larrubia (45) y Francisco Lagos Muñoz (36).
Terna 5ª.- Manuel Chica Ruiz (63). Los otros dos nombres no se pueden leer en el documento.
Terna 6ª.- Alonso Larrubia Sánchez (117), Alonso Larrubia Conejo (39) y Vicente Vázquez González (9).

Menos mal que el Gobierno de la nación fue más sensible que el de Periana y el día 2 de enero de 1885 publica un Real Decreto, que quedó reforzado con las leyes de 7 de enero y 14 de junio del mismo año.
Veamos algunas de las medidas tomadas:

- Real Decreto del día 2 de enero de 1885 por el que se ordena la creación de juntas provinciales de auxilios.
- En la misma fecha se otorgan otros beneficios a los pueblos de Granada y Málaga, como suspender la cobranza de los impuestos,
- Remitir a las Diputaciones respectivas 90.000 pesetas.
- El día 7 del mismo mes se nombró una comisión encargada de estudiar los movimientos subterráneos.

También se acordaron de tantas víctimas los literatos y pintores de España y Portugal. Para colaborar en la colecta publicaron un folleto de treinta y una páginas con maravillosas obras.
Tampoco fueron insensibles a tamaña desgracia los países extranjeros. Todo el mundo reaccionó de forma diferente a la de las autoridades perianenses: cuando se conoció la noticia empezaron a enviar ayudas económicas y materiales desde todos los continentes.
A repartir entre los pueblos afectados de Granada y Málaga se recibieron unos seis millones y medio de pesetas, de los que casi la mitad eran del extranjero. Las provincias españolas aportaron 3.449.191,30 pesetas y los diferentes países extranjeros aportaron 3.006.794,46 pesetas. Lo que nos da un total de 6.455.985,85 pesetas.
Adjuntamos sendas relaciones detalladas, por provincias, de los donativos recibidos desde España y, por países, de los recibidos desde el extranjero.
También presentamos un mapa en el que se señalan los diferentes pueblos y ciudades que recibieron subvenciones.
Para administrar estos fondos se nombró una Comisaría Regia en Abril de 1885, de la que fue nombrado comisario Don Fermín de Lasala y Collado, duque de Mandas. Se disolvió la misma en Diciembre del año 1887, una vez cumplido su cometido. De los treinta y un pueblos de la provincia de Málaga que recibieron ayuda Periana, por desgracia, aparece en cabeza.
De la reconstrucción de Periana se encargó directamente la Comisaría Regia, que construyó de nueva planta veintiuna viviendas en el Carrascal; en La Lomilleja se construyó un nuevo barrio, con cincuenta viviendas, dos escuelas y una iglesia. Las viviendas fueron entregadas en Junio de 1887. La construcción de la Iglesia y de las escuelas, cuyo proyecto se debe al arquitecto madrileño Don Eduardo de Adaro, se demoró algo más. Precisamente, al mes siguiente, el día 8 de Julio, se firma en la notaría de Don Miguel Molina y Terán, de Málaga, una escritura de constitución de sociedad entre Don Salvador Herrero y Puente y don Joaquín de Toro Martín, ambos vecinos de Málaga. El único fin de esta sociedad es “ejecutar las obras de nueva construcción de los edificios referidos que han de ser destinados a Iglesia Parroquial y a Escuelas en la Villa de Periana”. La compañía durará

"el periodo de tiempo que se invierta en la realización en las antedichas obras; en cuya sociedad el Don Salvador Herrero sólo ostentará el carácter de socio industrial y el Don Joaquín de Toro Martín el de socio capitalista, fijando como domicilio esta ciudad de Málaga".

La cláusula 3ª del contrato estipula que

"El Don Joaquín de Toro vendrá obligado a ir facilitando, como tal socio capitalista, las cantidades que periódicamente se vayan necesitando para la ejecución y marcha de las referidas obras".

La cláusula 4ª habla del reparto de beneficios: al socio industrial le corresponde una tercera parte de los mismos y al socio capitalista dos terceras partes. Éste asume todas las pérdidas si las hubiese.
Las cláusulas 5ª y 6ª tratan de la administración del dinero: el Sr. Herrero tiene la obligación de justificar el uso de las cantidades recibidas del Sr. de Toro. También es obligación del Sr Herrero poner

"a disposición del Don Joaquín de Toro todas cuantas cantidades que, por certificaciones de obra ejecutada, le sean entregadas por la Comisaría Regia".

Antes de este contrato el Sr. de Toro ya había entregado al Sr. Herrero el importe necesario para cubrir los obligados depósitos de garantía. Ascendía el de la iglesia a 3.200 ptas. y el de las escuelas a 1.000 ptas..
Una vez terminada la obra de la iglesia se colocó en el vestíbulo de la misma una lápida de mármol en la que se puede leer:

A LAS NUEVE DE LA NOCHE DEL DÍA DE LA
NATIVIDAD DE N. S. J., AÑO DE 1884, COMENZÓ
A ESTREMECERSE LA TIERRA DE GRANADA Y
MÁLAGA, EN ZONA DE 200 KILÓMETROS DE
LONGITUD Y 70 DE ANCHURA, CON SUS POBLACIONES.
ARRUINÁRONSE ALGUNAS. EN CASI TODAS
ELLAS SE DESPLOMARON EDIFICIOS, MURIERON
745 PERSONAS, 1263 PADECIERON DAÑO CORPORAL.
NADIE QUEDÓ LIBRE DE AMARGURA Y ESPANTO.
VINO AQUÍ PRESUROSO EL CARITATIVO Y ALENTADO
REY D. ALFONSO XII CUANDO EL AZOTE
DURABA TODAVÍA, CUANDO LA VENTISCA Y LA
NIEVE CERRABAN EL PASO AL CAMINANTE.
ENJUGÓ LÁGRIMAS, SOCORRIÓ AL POBRE,
FORTALECIÓ LOS ÁNIMOS. LLAMANDO EN SU
AYUDA A LA CARIDAD UNIVERSAL. PARA
REMEDIAR AQUELLA DESDICHA HABÍA INICIADO
YA UNA SUSCRIPCIÓN QUE EN LOS DOMINIOS
ESPAÑOLES PRODUJO 3.440.734 PESETAS
Y EN OTROS NOBLES PAÍSES 3.006.363.
MERCED A TAN EFICAZ AUXILIO 14.000 CASAS
FUERON CONSTRUIDAS O REPARADAS
PRONTAMENTE Y EN EL NUEVO BARRIO DEL
PUEBLO DE PERIANA SE ALZÓ ESTA
YGLESIA PARROQUIAL.
ORAD POR EL EXCELSO PRÍNCIPE QUE VIVIÓ
HACIENDO BIEN Y CUYA PREMATURA MUERTE
LLENÓ DE TRIBULACIÓN A ESPAÑA.

También el obispo de la diócesis colaboró construyendo un grupo de viviendas en la Quinta. El día 9 de Abril de 1886, “el Exmo. e Iltmo. Sr. Doctor Don Manuel Gómez de Salazar y Lucio Villegas, Misionero Apostólico, Caballero de la Gran Cruz de la Real Orden Americana de Isabel la Católica, del Consejo de Su Majestad y Obispo de esta Diócesis”, ante el notario de Málaga Don Enrique Ruiz de la Herrán, da poderes al cura de Periana, Don José Giménez Gamberos, para que compre a Don Manuel Núñez García una haza en el partido de la Quinta, que linda “por el Norte y Poniente con el Camino del Cortijo de las Cañadas, por Levante con casas de la expresada población y por Sur con tierras de Don Antonio Bueno”. El precio pactado fue de 1.625 pesetas.
El pueblo se lo agradeció colocando en la plaza del barrio una lápida con una inscripción recordatoria.


MDCCCLXXXVI

DESTRUIDA CASI TOTALMENTE ESTA POBLACIÓN
POR EL TERRIBLE TERREMOTO DE LA NOCHE DEL
25 DE DICIEMBRE DE 1884, EL EXCMO. E ILTMO. Sr.
Dr. D. MANUEL GÓMEZ-SALAZAR Y LUCIO-VILLEGAS,
DIGNÍSIMO OBISPO DE LA DIÓCESIS, CONSTRUYÓ
ESTAS CASAS QUE DONÓ A LAS VÍCTIMAS DE AQUELLA
CATÁSTROFE, EMPLEANDO AL EFECTO CUANTO POSEÍA
Y LAS LIMOSNAS QUE POR SU CARIDAD Y CELO
APOSTÓLICO OBTUVO DE TODOS LOS PAÍSES CATÓLICOS

Sarcasmo de la vida: El día 14, once días antes del terremoto, el libro de actas del Ayuntamiento de Periana reseña la de la sesión celebrada ese día. Fue presidida por D. José Zorrilla y acudieron los concejales D. Diego Morales, D. Juan Morales, Don Antonio Caro, Don Rafael Núñez, Don Salvador García, Don José Toledo, Don Juan Toledo y Don José Molina. Veamos de qué trataron:

"El Sr. Presidente dio cuenta a la Corporación de que por el concejal Don Juan Morales Caro se habían presentado las cuentas del gasto invertido en la composición de las dos fuentes de este pueblo y sus cañerías, ascendiendo a la cantidad de ciento cincuenta pesetas, así como también la cuenta del gasto asignado en la composición del gasto del empedrado de la calle de Jesús, en cuyas obras aparecen gastadas la suma de trescientas pesetas".

Sea este trabajo un modesto homenaje a las víctimas de aquella tragedia, que, desde entonces, ha estado y está viva en el sentir de los perianenses o perianeños, como a ellos les gusta llamarse..

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